Más de 800 muertos por fuerte sismo en Afganistán.
Un terremoto de magnitud 6,0 sacudió el este de Afganistán la noche del domingo 31 de agosto, dejando más de 800 muertos y alrededor de 2.700 heridos, según las autoridades locales. El epicentro se localizó a 27 kilómetros de Jalalabad, en la provincia de Nangarhar, y el movimiento fue seguido de al menos cinco réplicas que se sintieron hasta Kabul e Islamabad.
Las provincias de Nangarhar y Kunar resultaron severamente afectadas. Los deslizamientos de tierra y la destrucción de carreteras y puentes complican las labores de rescate, que dependen en gran parte de helicópteros. En varias aldeas, las viviendas de barro y madera colapsaron, dejando a cientos de personas atrapadas.
La situación humanitaria se agrava por recientes inundaciones y lluvias intensas que debilitaron el terreno. Organizaciones como la Cruz Roja y Refugee Rights Watch Global piden un despliegue urgente de ayuda con alimentos, agua potable, refugio y asistencia psicosocial, mientras que la FAO advierte riesgos severos para la seguridad alimentaria: más de 39.000 km² de cultivos de trigo podrían haber quedado destruidos, junto con 1,38 millones de cabezas de ganado.
Afganistán, situado en el cinturón sísmico Alpino-Himalayo —una de las zonas de mayor actividad tectónica del planeta—, es altamente vulnerable a estos desastres. En los últimos años ha sufrido varios terremotos devastadores, como el de Herat en 2023, que dejó más de 1.500 muertos, y el de Paktika en 2022, con más de mil víctimas fatales.
La limitada infraestructura, la crisis humanitaria tras décadas de guerra y la reducción de la ayuda internacional dificultan la respuesta a la emergencia, mientras continúan los esfuerzos por llegar a las comunidades más aisladas.


